| El Hedonismo Cualitativo-Cuantitativo de John Stuart Mill | | | |
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__________________________________________________________________
Moris
A
.
Polanco
El
Hedonismo
Cualitativo-Cuantitativo
de
John
Stuart
Mill
En
El
utilitarismo
,
John
Stuart
Mill
distingue
entre
“
los
placeres
derivados
de
las
facultades
superiores
”
de
“
aquellos
que
la
naturaleza
animal
,
al
margen
de
las
facultades
superiores
,
es
capaz
de
experimentar
”
y
afirma
que
los
primeros
son
preferibles
a
los
segundos
(
Mill
,
1995
[
1861
],
p
.
53
).
Si
se
le
pregunta
cuál
es
el
criterio
que
nos
permite
afirmar
que
los
placeres
derivados
de
las
facultades
superiores
son
mejores
que
aquellos
puramente
sensibles
,
el
filósofo
responde
:
En
relación
con
la
cuestión
de
cuál
de
dos
placeres
es
el
más
valioso
,
o
cuál
de
dos
modos
de
existencia
es
el
más
gratificante
para
nuestros
sentimientos
,
al
margen
de
sus
cualidades
morales
o
sus
consecuencias
,
el
juicio
de
los
que
están
cualificados
por
el
conocimiento
de
ambos
o
,
en
caso
de
que
difieran
,
el
de
la
mayoría
de
ellos
,
debe
ser
admitido
como
definitivo
.
Es
preciso
que
no
haya
dudas
en
aceptar
este
juicio
respecto
a
la
calidad
de
los
placeres
,
ya
que
no
contamos
con
otro
tribunal
,
ni
siquiera
en
relación
con
la
cuestión
de
la
cantidad
(
Mill
,
1995
[
1861
],
p
.
52
).
Según
Bentham
,
sin
embargo
,
cuando
alguien
sostiene
que
algo
es
delicioso
,
hermoso
,
justo
o
intrínsecamente
valioso
en
cualquier
otro
sentido
que
no
sea
hedonista
,
no
hace
más
que
expresar
sus
propios
sentimientos
de
placer
,
tratando
de
imponérselos
a
los
demás
.
Los
juicios
de
valor
no
hedonistas
no
solo
serían
fraudulentos
,
según
Bentham
,
sino
también
tiránicos
,
arbitrarios
y
peligrosos
(
Anderson
,
1991
,
p
.
6
;
Bentham
,
2000
[
1781
],
p
.
17
).
Pero
si
aceptamos
la
tesis
de
Bentham
,
no
podríamos
evaluar
críticamente
el
valor
de
los
placeres
y
dolores
.
No
podríamos
decir
,
por
ejemplo
,
que
los
placeres
sádicos
son
intrínsecamente
malos
,
moralmente
hablando
.
Las
cualidades
del
carácter
como
la
integridad
,
la
dignidad
,
el
honor
,
etc
.,
que
para
Mill
son
tan
importantes
,
no
tendrían
,
según
Bentham
,
un
valor
distinto
al
de
los
placeres
ordinarios
,
ya
que
esos
conceptos
no
se
refieren
a
nada
que
esté
más
allá
de
nuestro
propio
estado
de
placer
(
Anderson
,
1991
,
p
.
7
).
Por
otra
parte
,
Bentham
sostiene
que
cuando
la
gente
experimenta
sentimientos
intensos
,
tiende
a
expresarlos
en
forma
de
juicios
de
valor
no
hedonistas
.
Una
mujer
disgustada
con
su
hijo
porque
no
ordena
su
habitación
,
por
ejemplo
,
expresará
su
disgusto
diciendo
que
“
los
jóvenes
de
hoy
son
inconsiderados
y
haraganes
”.
En
tanto
y
en
cuanto
las
personas
se
dejan
guiar
p
Moris
A
.
Polanco
,
Doctor
en
Filosofía
por
la
Universidad
de
Navarra
,
es
actualmente
Profesor
de
Filosofía
en
la
Universidad
Francisco
Marroquín
.
Laissez-Faire
,
No
.
47
(
Sept
2017
):
1-6
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__________________________________________________________________
por
sus
sentimientos
cuando
hacen
juicios
morales
,
toman
en
cuenta
solamente
sus
propios
estados
de
placer
,
y
despóticamente
desprecian
los
de
los
demás
(
Anderson
,
1991
,
p
.
7
).
Por
eso
un
procedimiento
de
decisión
que
tome
en
cuenta
por
igual
los
placeres
y
dolores
de
todos
los
interesados
debe
rechazar
la
tesis
intuicionista
,
que
sostiene
que
podemos
tener
un
conocimiento
intuitivo
(
no
basado
en
la
experiencia
)
de
los
estándares
evaluativos
.
“
Tal
procedimiento
debe
basarse
en
cálculos
racionales
que
se
refieran
a
entidades
reales
cuya
existencia
sea
verificable
por
observación
empírica
,
independiente
de
opiniones
subjetivas
disputables
”
(
Anderson
,
1991
,
p
.
7
).
Bentham
elaboró
un
algoritmo
para
hacer
ese
cálculo
racional
del
placer
o
de
la
felicidad
.
Según
ese
“
felicific
calculus
”,
el
valor
de
un
placer
o
dolor
para
una
persona
será
mayor
o
menor
según
su
intensidad
(
cuán
intensa
es
);
su
duración
(
por
cuánto
tiempo
);
su
certeza
(
cuán
seguro
es
su
logro
)
y
su
proximidad
(
cuán
pronto
).
Para
estimar
el
acto
que
origina
ese
placer
o
dolor
habrá
que
considerar
,
también
,
su
fecundidad
(
si
conducirá
a
otros
placeres
)
y
su
pureza
(
cuánto
dolor
le
acompaña
).
Al
igual
que
Bentham
,
Mill
se
oponía
al
intuicionismo
en
ética
,
pero
al
contrario
que
él
,
“
pensaba
que
el
cultivo
de
los
sentimientos
no
utilitarios
era
uno
de
los
componentes
principales
de
la
vida
buena
.
También
consideró
que
el
logro
de
los
ideales
éticos
era
valioso
no
solo
instrumental
sino
también
intrínsecamente
”
(
Anderson
,
1991
,
p
.
8
).
Así
lo
dice
en
El
utilitarismo
:
“¿
niega
la
doctrina
utilitarista
que
la
gente
desee
la
virtud
,
o
mantiene
que
la
virtud
no
es
algo
que
haya
de
ser
deseado
?
Todo
lo
contrario
.
Mantiene
no
solamente
que
la
virtud
ha
de
ser
deseada
,
sino
que
ha
de
ser
deseada
desinteresadamente
,
por
sí
misma
”
(
Mill
,
1995
[
1861
],
p
.
91
).
Los
utilitaristas
,
sigue
diciendo
,
“
no
sólo
colocan
la
virtud
a
la
cabeza
misma
de
las
cosas
que
son
buenas
como
medios
para
el
fin
último
,
sino
que
también
reconocen
como
hecho
psicológico
la
posibilidad
de
que
constituya
,
para
el
individuo
,
un
bien
en
sí
mismo
,
sin
buscar
ningún
otro
fin
más
allá
de
él
”
(
Mill
,
1995
[
1861
],
pp
.
91
–
92
).
Aquí
parece
haber
una
contradicción
con
lo
que
ha
dicho
antes
:
“
Merecen
toda
suerte
de
alabanzas
los
que
son
capaces
de
sacrificar
el
goce
personal
de
la
vida
,
cuando
mediante
tal
renuncia
contribuyen
meritoriamente
al
incremento
de
la
suma
de
la
felicidad
del
mundo
.
Pero
quien
hace
esto
mismo
,
o
mantiene
hacerlo
,
con
alguna
otra
finalidad
no
merece
más
admiración
que
el
asceta
subido
a
su
pedestal
”
(
Mill
,
1995
[
1861
],
p
.
60
).
A
Mill
le
parece
un
hecho
irrefutable
que
“
quienes
desean
la
virtud
por
sí
misma
la
desean
ya
bien
porque
la
conciencia
de
ella
les
proporciona
placer
,
o
porque
la
conciencia
de
carecer
de
ella
les
resulta
dolorosa
,
o
por
ambas
razones
conjuntamente
”
(
Mill
,
1995
[
1861
],
p
.
114
).
Parece
que
Mill
no
se
define
en
relación
con
la
virtud
:
a
veces
la
considera
un
fin
en
sí
misma
,
otras
como
algo
que
proporciona
placer
.
En
todo
caso
,
“
el
criterio
utilitarista
mientras
que
tolera
y
aprueba
todos
aquellos
otros
deseos
adquiridos
,
en
tanto
en
cuanto
no
sean
más
perjudiciales
para
la
felicidad
general
que
aliados
de
ella
,
recomienda
y
requiere
el
cultivo
del
amor
a
la
virtud
en
la
mayor
medida
posible
,
por
ser
,
por
encima
de
todas
las
demás
cosas
,
importante
para
la
felicidad
.
(
Mill
,
1995
[
1861
],
p
.
114
).
La
clave
está
en
las
últimas
palabras
:
“
por
ser
[
…
]
importante
para
la
felicidad
”.
Ahora
bien
—
se
pregunta
el
propio
Mill
—,
“¿
cómo
puede
implantarse
o
despertarse
la
voluntad
de
ser
virtuoso
allí
__________________________________________________________________
2
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__________________________________________________________________
donde
no
cuenta
con
fuerza
suficiente
?
Sólo
consiguiendo
que
la
persona
en
cuestión
desee
(
desire
)
la
virtud
,
haciendo
que
la
contemple
como
algo
placentero
,
o
que
vea
su
carencia
como
algo
doloroso
”
(
Mill
,
1995
[
1861
],
p
.
116
).
Por
eso
,
ha
dicho
antes
que
“
el
utilitarismo
[
…
]
sólo
podría
alcanzar
sus
objetivos
mediante
el
cultivo
general
de
la
nobleza
de
las
personas
”
(
Mill
,
1995
[
1861
],
pp
.
53
–
54
).
Dejando
para
otro
lugar
la
investigación
de
cómo
propone
Mill
que
se
fomente
la
virtud
y
la
nobleza
,
la
pregunta
que
aquí
nos
hacemos
es
:
¿
cómo
se
pueden
incluir
ideales
y
sentimientos
dentro
de
los
límites
de
una
doctrina
empirista
y
hedonista
?
Es
decir
,
¿
no
sería
contradictorio
un
hedonismo
que
a
la
vez
fuera
cuantitativo
y
cualitativo
?
Una
posible
respuesta
es
que
Mill
nunca
abandonó
el
cálculo
hedonista
;
que
siempre
pensó
que
todos
los
placeres
podían
cuantificarse
.
Esta
es
la
tesis
que
sostiene
H
.
Keith
Quincy
(
1980
),
basándose
en
que
Mill
dice
en
la
cuarta
nota
de
El
utilitarismo
,
que
“
las
verdades
de
las
matemáticas
son
aplicables
a
la
valoración
de
la
felicidad
”
(
Mill
,
1995
[
1861
],
p
.
134
).
Es
preciso
analizar
esta
cita
en
su
contexto
,
para
que
quede
claro
qué
fue
lo
que
Mill
quiso
decir
exactamente
.
El
contexto
de
las
palabras
citadas
es
el
de
una
aclaración
que
Mill
hace
a
una
objeción
de
Herbert
Spencer
al
“
primer
principio
de
la
teoría
utilitarista
”,
que
es
“
la
total
imparcialidad
entre
las
personas
”.
Según
Spencer
(
interpretado
por
Mill
),
“
el
principio
de
la
utilidad
presupone
el
principio
previo
de
que
todo
el
mundo
tenga
el
mismo
derecho
a
la
felicidad
”.
Mill
dice
que
sería
más
acertado
suponer
que
“
iguales
sumas
de
felicidad
son
igualmente
deseables
”,
pero
que
esta
no
es
una
premisa
del
principio
de
utilidad
.
“
De
haber
un
principio
previo
implicado
”,
añade
Mill
(
cursiva
añadida
),
“
no
puede
ser
otro
que
este
,
a
saber
,
que
las
verdades
de
las
matemáticas
son
aplicables
a
la
valoración
de
la
felicidad
”.
Es
decir
:
1
)
el
utilitarismo
no
habla
de
derechos
;
2
)
iguales
sumas
de
felicidad
son
igualmente
deseables
;
3
)
si
hablamos
de
“
sumas
de
felicidad
”,
estamos
presuponiendo
que
la
felicidad
se
puede
cuantificar
.
¿
Realmente
pensaba
Mill
que
la
felicidad
se
puede
cuantificar
?
En
opinión
de
Quincy
,
sí
:
“[
Mill
]
entendió
que
la
‘
cualidad
’
podía
reducirse
a
‘
cantidad
’”
(
Quincy
,
1980
,
p
.
468
),
que
“
los
placeres
más
elevados
son
cuantitativamente
superiores
a
otros
placeres
”
(
Quincy
,
1980
,
p
.
469
).
Antes
de
discutir
esta
tesis
,
conviene
buscar
más
evidencia
de
ella
en
los
propios
textos
de
Mill
.
En
el
capítulo
4
de
El
utilitarismo
,
Mill
dice
,
en
efecto
,
que
La
vida
sería
algo
muy
pobre
,
muy
mal
provista
de
fuentes
de
felicidad
,
a
falta
de
esta
disposición
de
la
naturaleza
,
mediante
la
cual
cosas
que
en
principio
eran
indiferentes
,
pero
que
conducían
a
,
o
estaban
asociadas
en
algún
otro
sentido
con
,
la
satisfacción
de
nuestros
deseos
primitivos
,
se
convierten
ellas
mismas
en
fuentes
de
placer
más
valiosas
que
los
placeres
primitivos
,
tanto
por
lo
que
a
su
permanencia
se
refiere
en
el
espacio
de
la
existencia
humana
que
son
capaces
de
abarcar
,
como
a
su
intensidad
.
La
virtud
,
de
acuerdo
con
la
concepción
utilitarista
,
es
un
bien
de
este
tipo
(
Mill
,
1995
[
1861
],
pp
.
94
–
95
).
Es
decir
:
según
Mill
,
los
placeres
primitivos
(
como
comer
y
beber
)
se
convierten
(¿
por
sublimación
?)
en
placeres
más
valiosos
,
en
duración
e
intensidad
.
La
virtud
sería
,
entonces
,
un
bien
que
nos
proporciona
un
placer
más
duradero
e
intenso
que
cualquier
placer
corporal
.
Pero
no
cualquiera
entiende
esto
.
“
Mill
creía
”
—
__________________________________________________________________
3
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__________________________________________________________________
dice
Quincy
—
“
que
si
un
individuo
era
educado
apropiadamente
,
su
capacidad
para
disfrutar
de
los
placeres
más
altos
no
tendría
obstáculo
”
(
Quincy
,
1980
,
p
.
476
).
Me
parece
que
la
tesis
de
Quincy
,
aunque
basada
en
poca
evidencia
textual
,
es
irrefutable
.
Mill
creería
,
entonces
,
en
la
superioridad
cuantitativa
de
los
placeres
intelectuales
sobre
los
corporales
,
atestiguada
por
quienes
han
experimentado
ambos
.
Ahora
bien
,
¿
es
necesario
sostener
que
los
placeres
intelectuales
o
espirituales
deben
poder
cuantificarse
para
sostener
una
ética
empirista
?
En
mi
opinión
,
es
posible
ser
empirista
en
ética
y
,
a
la
vez
,
sostener
la
superioridad
de
algunos
placeres
espirituales
sobre
otros
materiales
.
Mill
bien
pudo
abandonar
el
cálculo
hedonista
de
Bentham
,
y
aun
así
seguir
siendo
hedonista
y
empirista
.
Empirista
no
se
opone
a
hedonista
,
sino
a
intuicionista
.
Empirista
,
en
ética
,
es
aquel
que
sostiene
que
los
valores
éticos
se
descubren
mediante
la
experiencia
,
no
mediante
el
conocimiento
a
priori
.
Un
hedonismo
que
trate
de
reducir
la
cualidad
de
los
placeres
a
la
cantidad
afrontaría
muchos
problemas
.
En
primer
lugar
,
¿
cuál
sería
la
unidad
de
medida
?
Por
ejemplo
,
¿
con
qué
unidad
de
medida
puedo
cuantificar
el
placer
que
me
produce
el
deber
cumplido
?
Las
medidas
habituales
son
la
duración
y
la
intensidad
.
Pero
,
¿
cómo
sé
cuándo
acaba
mi
satisfacción
?
¿
Y
cómo
sé
qué
tan
intenso
es
el
placer
que
experimento
?
Si
me
preguntan
si
aún
experimento
placer
por
haber
salvado
a
un
niña
de
ahogarse
en
una
piscina
diez
años
atrás
,
diría
que
sí
.
¿
Significa
eso
que
ese
placer
aún
persiste
,
y
que
,
por
lo
tanto
,
es
superior
al
placer
que
experimenté
al
comer
una
pizza
anoche
,
puesto
que
ya
no
siento
ese
placer
,
sino
que
solo
tengo
el
recuerdo
del
gusto
que
sentí
?
Con
otras
palabras
:
el
recuerdo
del
deber
cumplido
es
placentero
,
mientras
que
el
recuerdo
de
la
pizza
comida
no
es
igual
a
la
sensación
placentera
del
sabor
de
la
pizza
.
En
segundo
lugar
,
las
sensaciones
placenteras
son
subjetivas
.
Yo
puedo
asignarle
90
/
100
a
la
sensación
de
satisfacción
que
tengo
al
escuchar
una
fuga
de
Bach
,
mientras
que
otro
le
puede
asignar
10
/
100
.
¿
Es
que
existe
una
medida
universal
de
la
calidad
de
la
música
de
Bach
?
¿
Es
mejor
—
más
placentero
—
Bach
que
Beethoven
,
o
que
Mozart
,
o
que
los
Rolling
Stones
?
Bentham
usaba
el
dinero
como
indicador
de
las
preferencias
individuales
.
Según
eso
,
para
saber
qué
música
es
más
placentera
,
bastaría
con
ver
quién
ha
vendido
más
discos
,
o
qué
música
es
más
descargada
en
las
computadoras
.
En
esto
,
Mill
difería
de
Bentham
.
Decía
Mill
que
“
hay
[
…
]
cosas
de
cuyo
valor
la
demanda
del
mercado
no
es
un
indicador
”
(
Mill
,
1965
,
p
.
361
).
Pero
si
la
preferencia
,
indicada
por
la
demanda
del
mercado
no
es
indicador
del
valor
de
algo
,
¿
cómo
medimos
ese
valor
,
o
quién
lo
determina
?
Sabemos
lo
que
Mill
ha
dicho
:
ese
valor
lo
determinan
“
el
juicio
de
los
que
están
cualificados
por
el
conocimiento
de
ambos
o
,
en
caso
de
que
difieran
,
el
de
la
mayoría
de
ellos
”
(
Mill
,
1995
[
1861
],
p
.
52
).
Pero
,
¿
qué
significa
conocer
la
música
de
Bach
?
¿
Basta
haberla
oído
para
conocerla
?
¿
O
hay
que
tener
conocimientos
de
teoría
musical
,
de
historia
y
de
la
vida
del
compositor
?
Lo
mismo
que
decimos
de
la
música
puede
decirse
del
arte
figurativo
,
o
del
cine
,
o
de
la
literatura
…
En
tercer
lugar
,
aun
suponiendo
que
un
placer
mental
sea
superior
a
uno
corporal
,
eso
no
significa
que
yo
elija
siempre
el
mental
sobre
el
corporal
.
Puede
ser
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