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__________________________________________________________________
Kenneth
Stikkers
Respuesta
a
los
Comentarios
Muchas
gracias
al
Profesor
Moris
Polanco
por
seleccionar
mi
trabajo
como
tema
para
este
diálogo
y
a
los
distinguidos
colaboradores
de
este
número
de
Laissez-
Faire
.
Me
honra
y
me
agrada
que
la
obra
en
discusión
continúe
produciendo
interés
y
respuesta
de
filósofos
y
de
economistas
.
También
agradezco
a
los
colaboradores
por
reconocer
el
artículo
para
lo
que
fue
pensado
:
un
ensayo
preliminar
,
exploratorio
en
las
posibles
aplicaciones
del
método
fenomenológico
a
la
economía
,
tarea
comenzada
por
Georg
Simmel
en
su
monumental
Filosofía
del
di
nero
(
1907
)
pero
no
sustancialmente
continuada
.
Más
o
menos
de
la
misma
manera
en
que
Edmund
Husserl
llamaba
la
atención
sobre
una
creciente
“
crisis
”
de
significado
,
proveniente
de
un
distanciamiento
cada
vez
mayor
entre
las
experiencias
diarias
,
del
mundo-de-la-vida
,
de
una
parte
,
y
las
descripciones
cada
vez
más
formalistas
de
las
ciencias
naturales
,
de
otra
,
yo
,
como
estudiante
de
las
ciencias
sociales
,
había
quedado
impresionado
por
el
abismo
que
se
había
desarrollado
entre
la
vida
económica
diaria
,
por
una
parte
,
y
las
explicaciones
cada
vez
más
matemáticas
de
la
producción
,
del
intercambio
y
del
consumo
ofrecidas
por
los
economistas
profesionales
.
Como
le
sucedió
a
Husserl
,
mis
preguntas
se
referían
no
a
la
corrección
sino
al
significado
de
estos
formalismos
.
¿
Cuál
es
el
significado
de
esta
riqueza
que
una
nueva
economía
de
mercado
globalizada
se
enorgullecía
de
producir
?
¿
Qué
significaban
los
números
grandes
—
e
.
g
.,
producto
interno
bruto
per
cápita
—
en
términos
de
las
realidades
diarias
,
del
mundo-de-la-vida
de
la
gente
?
Simplemente
,
no
era
tan
obvio
para
mí
como
parecía
serlo
para
mis
colegas
economistas
.
Esas
mismas
preguntas
aún
me
causan
perplejidad
,
pero
ahora
las
veo
de
una
manera
un
tanto
diferente
.
Por
consiguiente
,
ya
que
el
ensayo
en
discusión
era
un
esfuerzo
temprano
,
preliminar
,
de
pensar
sobre
la
relación
entre
las
experiencias
concretas
del
mundo-de-la-vida
y
las
descripciones
formalizadas
que
ofrece
la
ciencia
económica
,
centrándose
en
lo
que
consideré
como
los
tres
conceptos
angulares
de
la
economía
(“
escasez
,”
“
mercado
”
y
“
valor
”),
será
más
productivo
,
creo
,
responder
a
mis
comentaristas
en
términos
de
hacia
dónde
me
ha
llevado
ese
esfuerzo
inicial
,
de
qué
es
lo
que
aún
sostengo
de
mis
intuiciones
tempranas
,
y
dónde
he
cambiado
de
parecer
.
De
hecho
,
en
respuesta
a
algunas
de
las
críticas
apelaré
simplemente
a
la
novedad
del
proyecto
.
Por
ejemplo
,
el
Profesor
Salazar
me
recrimina
por
moverme
demasiado
libremente
a
través
de
una
amplia
gama
de
fuentes
fenomenológicas
clásicas
,
más
notablemente
Husserl
,
Heidegger
(
temprano
y
tardío
)
y
Scheler
,
en
cuanto
ellos
satisfacían
propósitos
particulares
pero
sin
prestar
mayor
atención
a
cómo
cada
de
estos
pensadores
conduce
a
líneas
muy
diversas
de
análisis
.
El
punto
es
correcto
,
pero
si
mi
ensayo
incita
a
otros
,
tales
co-
__________________________________________________________________
Laissez-Faire
53
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__________________________________________________________________
mo
el
Profesor
Salazar
,
a
explorar
con
mayor
precisión
las
diferencias
mencionadas
,
estaría
muy
complacido
.
Al
presentar
mi
trabajo
a
filósofos
y
economistas
,
me
ha
sorprendido
ver
las
diversas
respuestas
que
mis
ideas
han
provocado
en
estos
dos
grupos
de
profesionales
,
especialmente
por
el
hecho
de
que
algunas
aseveraciones
aceptadas
como
no-controversiales
en
un
campo
provocan
la
crítica
más
vehemente
en
el
otro
.
Tal
ha
sido
el
caso
con
mi
análisis
de
la
noción
de
la
“
escasez
”:
los
fenomenólogos
familiares
con
la
noción
de
Heidegger
del
Dasein
como
“
ser-para-lamuerte
”
han
aceptado
generalmente
lo
señalado
,
pero
los
economistas
han
tratado
mis
afirmaciones
a
este
respecto
como
el
colmo
de
la
blasfemia
económica
;
de
hecho
,
las
respuestas
viscerales
que
recibí
de
algunos
economistas
en
este
punto
lograron
convencerme
de
que
había
divulgado
algo
importante
que
necesitaba
investigación
adicional
.
Por
lo
tanto
,
no
me
sorprendió
que
el
Dr
.
Schmiesing
deseara
desafiarme
en
este
punto
.
Admito
que
mi
formulación
temprana
de
este
punto
no
era
tan
clara
y
coherente
como
hubiera
deseado
que
fuera
,
pero
,
no
obstante
,
sostengo
mi
afirmación
central
respecto
a
ella
:
que
la
noción
económica
de
la
escasez
encubre
la
humana
proyectando
sobre
ella
una
naturaleza
objetivada
.
Permítaseme
corregir
varias
de
las
interpretaciones
erróneas
de
mi
posición
.
Primero
,
¿
qué
es
lo
que
digo
que
conduce
al
Dr
.
Schmiesing
a
imaginar
que
deseo
que
la
finitud
humana
no
sea
un
hecho
?
Por
el
contrario
,
sigo
explícitamente
a
Heidegger
en
fundamentar
nuestra
misma
capacidad
de
cuidar
,
la
“
llamada
de
la
conciencia
,”
en
tal
finitud
,
una
capacidad
a
la
que
desde
luego
no
deseo
renunciar
.
En
segundo
lugar
,
no
“
lamento
”
en
este
ensayo
“
el
hecho
de
que
los
economistas
funcionen
bajo
la
premisa
de
la
escasez
,”
sino
que
me
opongo
a
su
tendencia
a
tratar
la
escasez
como
cualidad
objetiva
de
la
naturaleza
.
Schmiesing
me
acusa
de
atacar
una
posición
acomodada
a
mi
beneficio
,
pero
,
de
hecho
,
la
respuesta
más
frecuente
que
he
recibido
de
los
economistas
en
este
punto
es
“
pero
la
escasez
realmente
es
un
hecho
de
la
naturaleza
.”
Schmiesing
no
es
culpable
de
esta
ingenuidad
,
que
es
un
indicativo
de
la
ingenuidad
que
Husserl
atribuyó
al
cientificismo
moderno
,
pero
parece
apreciar
mi
punto
de
que
la
“
escasez
”
pertenece
a
la
relación
entre
los
deseos
humanos
y
su
mundo
.
Sin
embargo
,
y
como
tercera
respuesta
a
Schmiesing
en
este
punto
,
los
libros
de
texto
del
mainstream
economics
simplemente
no
identifican
“
escasez
”
con
“
el
reconocimiento
de
la
finitud
de
la
existencia
humana
,”
como
sostiene
Schmiesing
,
sino
que
por
el
contrario
utilizan
el
término
como
sinónimo
de
la
tan
repetida
frase
de
Hobbes
“
la
tacañaería
de
la
naturaleza
.”
De
hecho
,
el
así
llamado
“
problema
económico
”
de
que
hablan
los
libros
de
texto
convencionales
se
describe
regularmente
en
términos
de
una
naturaleza
finita
que
no
satisface
deseos
humanos
infinitos
:
el
supuesto
es
que
los
seres
humanos
nunca
pueden
tener
suficiente
,
e
incluso
que
el
“
desarrollo
económico
”
exige
que
nunca
debemos
tener
suficiente
.
La
“
escasez
del
tiempo
”
no
se
aproxima
a
la
“
finitud
humana
,”
como
Schmeising
afirma
,
sino
que
,
al
contrario
,
es
solamente
una
objetivación
más
,
incluso
una
“
cosificación
”
[
commod
i
f
i
cat
ion
]
del
tiempo
,
lo
cual
sirve
aun
más
para
encubrir
nuestro
ser-para-lamuerte
:
la
finitud
no
es
algo
que
simplemente
se
pueda
manejar
o
economizar
,
como
el
tiempo
(
objetivado
),
sino
lo
que
más
radicalmente
nos
llama
a
la
conciencia
.
Mi
punto
con
respecto
a
la
“
escasez
”
en
este
ensayo
era
simplemente
que
atri-
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Laissez-Faire
53
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__________________________________________________________________
buirle
una
naturaleza
objetivada
sirve
como
justificación
para
las
orgías
contemporáneas
del
consumo
,
que
Thorstein
Veblen
llamó
“
el
consumo
visible
,”
y
constituye
una
forma
de
negación
de
la
muerte
,
una
hubris
que
procede
de
la
ausencia
del
sentido
del
límite
.
Al
contrario
de
Schmiesing
,
el
Profesor
Crespo
parece
fácilmente
aceptar
mis
afirmaciones
a
este
respeto
,
y
veo
con
simpatía
su
contribución
,
en
la
cual
nos
recuerda
el
sentido
del
límite
que
impregna
el
tratamiento
que
Aristóteles
hace
del
mismo
.
Aristóteles
,
de
hecho
,
proporciona
un
contrapunto
de
gran
alcance
a
los
supuestos
económicos
contemporáneas
con
respecto
a
los
deseos
humanos
ilimitados
y
al
crecimiento
económico
ilimitado
,
y
uno
de
los
resultados
inmediatos
de
escribir
el
ensayo
que
se
discute
fue
que
volví
a
Aristóteles
con
interés
y
aprecio
aumentados
[
ver
mi
“
Goals
,
Values
,
and
Community
in
the
Social
Economy
,”
Forum
for
Social
Economics
17
(
Primavera
1988
):
1-12
].
Desde
entonces
he
contrastado
la
noción
contemporánea
de
abundancia
ilimitada
y
de
desarrollo
económico
con
la
noción
,
tomada
de
Aristóteles
,
de
la
“
abundancia
apropiada
.”
Como
señala
Crespo
,
la
“
o
i
k
o
n
om
i
a
”
no
es
,
para
Aristóteles
,
igual
que
“
crematística
,”
o
apropiación
ilimitada
de
recursos
:
la
meta
de
la
economía
no
es
acumulación
sin
fin
sino
la
adquisición
del
tipo
y
de
la
cantidad
de
mercancías
materiales
que
sean
apropiadas
para
la
excelencia
del
carácter
humano
(
e
u
d
a
i
m
o
n
i
a
).
Además
,
Aristóteles
desafía
a
los
economistas
actuales
a
pensar
seriamente
—
como
él
y
los
economistas
hasta
hace
relativamente
poco
han
hecho
—
sobre
la
relación
entre
bienestar
económico
y
crecimiento
,
por
una
parte
,
y
bienestar
humano
y
crecimiento
.
Mis
estudiantes
de
doctorado
de
economía
se
quejan
,
sin
embargo
,
cuando
pido
que
se
ocupen
de
esa
cuestión
,
y
un
colega
economista
incluso
me
aconsejó
¡
que
no
hiciera
preguntas
tan
difíciles
!
Pero
si
los
economistas
son
incapaces
de
aportar
sabiduría
sobre
este
problema
—
que
considero
como
el
más
fundamental
de
los
problemas
económicos
—
entonces
hasta
sus
herramientas
econométricas
más
sofisticadas
seguirán
siendo
huecas
y
vacías
de
significado
.
Seguramente
el
reciente
interés
en
Aristóteles
entre
los
economistas
es
uno
de
los
progresos
más
prometedores
en
esta
disciplina
,
y
convengo
con
Schmiesing
que
conceder
el
Premio
Nobel
a
Amartya
Sen
—
quien
ha
conducido
esta
recuperación
de
Aristóteles
entre
los
economistas
con
su
modelo
de
las
“
capacidades
”
del
desarrollo
económico
basado
en
una
noción
aristotélica
de
e
u
d
a
i
m
onia
—
es
una
evidencia
del
cambio
significativo
en
el
estudio
de
la
economía
.
Sin
embargo
,
justamente
este
semestre
,
cuando
en
mi
seminario
de
postgrado
de
historia
del
pensamiento
económico
introduje
a
Sen
para
ilustrar
la
importancia
contemporánea
de
las
teorías
económicas
de
Aristóteles
,
los
estudiantes
precisaron
rápidamente
que
la
corriente
principal
de
la
profesión
no
lo
acepta
,
a
pesar
del
Nobel
(
al
menos
en
los
Estados
Unidos
).
Aunque
todavía
sostengo
que
representar
la
“
escasez
”
como
cualidad
objetiva
de
la
naturaleza
—
y
la
sanción
que
este
supuesto
parece
dar
a
la
adquisición
y
al
consumo
sin
fin
—
es
una
forma
de
negación
de
la
muerte
,
una
negación
de
los
límites
,
mi
énfasis
ha
cambiado
.
En
su
lugar
,
me
llama
más
la
atención
cómo
la
experiencia
del
mundo
en
términos
de
la
“
escasez
”
contrasta
agudamente
con
una
sensibilidad
opuesta
,
que
ha
fundamentado
las
economías
de
grandes
porciones
de
la
población
del
mundo
por
siglos
:
la
experiencia
del
mundo
en
términos
de
plenitud
.
En
muchas
(
la
mayoría
)
de
las
culturas
tradicionales
,
la
producción
y
el
intercambio
económicos
encajan
en
un
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Laissez-Faire
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__________________________________________________________________
sistema
de
tradiciones
y
de
prácticas
culturales
,
incluyendo
las
celebraciones
religiosas
de
la
abundancia
de
la
naturaleza
,
arraigado
en
el
asombro
metafísico
y
en
un
sentido
de
la
gratitud
por
la
vida
como
regalo
,
más
que
como
un
derecho
.
En
las
economías
de
tales
culturas
,
las
mercancías
y
los
servicios
circulan
sobre
la
base
de
la
gratitud
y
la
generosidad
.
En
suma
,
la
experiencia
de
la
naturaleza
en
términos
de
“
escasez
”
o
de
“
tacañería
”
es
completamente
ajena
a
tales
culturas
,
contrariamente
a
la
frecuente
pretensión
de
la
economía
de
ser
una
ciencia
universal
.
En
otro
lugar
he
contrastado
lo
que
llamo
las
“
economías
del
regalo
y
de
acción
de
gracias
”
con
las
“
economías
de
la
escasez
y
de
la
adquisición
”
[
ver
mi
artículo
“
Moral
Sensibilities
for
the
Social
Economy
,”
Review
of
Social
Economy
51
(
invierno
1993
):
441-54
].
La
diferencia
entre
estas
dos
formas
de
economía
no
es
simplemente
teórica
sino
que
proviene
de
disposiciones
ontológicas
fundamentalmente
diferentes
,
que
he
llamado
las
“
sensibilidades
pre-teóricas
hacia
el
mundo
,”
lo
que
Ernst
Cassirer
llamó
“
sentimientos
hacia
el
mundo
.”
De
esta
forma
,
no
es
posible
sostener
que
una
perspectiva
es
la
“
correcta
”
y
la
otra
“
incorrecta
,”
porque
cualquier
teoría
o
argumento
presupone
una
de
ellas
.
Debido
a
que
en
el
artículo
en
discusión
apunté
ya
hacia
algo
pre-teorético
,
y
por
lo
tanto
presupuesto
por
cualquier
discusión
con
respecto
a
política
económica
,
Schmiesing
me
malinterpreta
por
completo
,
como
hacen
varios
economistas
que
han
hecho
la
misma
crítica
,
cuando
me
critica
por
“
fallar
en
proponer
una
solución
adecuada
.”
¿
Qué
podría
considerarse
como
una
“
solución
adecuada
”?
Intento
proporcionar
algo
mucho
más
profundo
que
la
mera
“
solución
”
a
un
problema
:
esas
sensibilidades
ontológicas
desde
las
cuales
podría
surgir
el
pensamiento
en
las
nuevas
posibilidades
de
enriquecer
nuestro
sentido
de
qué
constituye
vida
económica
significativa
,
teóricamente
y
prácticamente
.
Una
“
solución
adecuada
”
exigiría
al
parecer
,
para
Schmiesing
,
“
una
visión
concreta
de
un
ordenamiento
económico
que
sustituiría
al
capitalismo
”
sin
caer
en
el
totalitarismo
.
Por
extrañas
razones
él
y
Bolaños
consideran
mi
análisis
como
un
ataque
contra
el
capitalismo
del
mercado
,
que
ambos
parecen
ansiosos
de
defender
contra
cualquier
clase
de
socialismo
,
y
parece
que
ambos
suponen
que
cualquier
alternativa
al
capitalismo
sería
una
forma
de
autoritarismo
.
Creo
sin
embargo
que
yo
,
como
Max
Weber
,
claramente
distingo
la
perversión
de
valores
,
identificada
a
menudo
con
la
burguesía
de
la
que
Schmiesing
es
también
crítico
,
del
sistema
económico
del
capitalismo
,
que
a
veces
(¿
a
menudo
?)
ha
albergado
esa
perversión
.
Como
he
dicho
en
el
artículo
en
discusión
y
en
otra
parte
,
esa
perversión
de
valores
,
sea
llamada
“
el
‘
espíritu
’
del
capitalismo
”
o
el
“
ethos
de
la
burguesía
,”
puede
también
prosperar
en
“
socialismos
”
de
varios
tipos
.
De
hecho
,
el
Profesor
Fontrodona
,
interesantemente
,
interpretó
mis
observaciones
con
respecto
al
“
valor
”
en
la
economía
como
una
crítica
dirigida
sobre
todo
contra
el
marxismo
,
no
contra
el
capitalismo
,
y
no
tengo
objeción
inmediata
a
su
sugerencia
de
que
“
puede
haber
un
modo
de
entender
el
capitalismo
que
sea
coherente
con
el
respeto
de
la
dignidad
humana
.”
Una
vez
más
debo
insistir
en
que
estoy
procurando
llegar
a
esas
sensibilidades
que
fundamentan
cualquier
clase
de
modelo
económico
,
que
puede
ser
luego
clasificado
como
“
capitalista
”
o
“
socialista
,”
y
de
esa
forma
ayudar
a
liberar
el
pensamiento
económico
de
una
imaginación
empobrecida
,
que
,
en
los
Estados
Unidos
al
menos
,
parece
tan
incapaz
de
un
pensamiento
que
vaya
más
allá
de
la
falsa
dicotomía
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Laissez-Faire
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