| Cuando lo inteligente es tonto: inteligencia emocional en la empresa | | | |
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/index.php?action=ajax&rs=GDMgetPage&rsargs[]=laissezfaire11_6.pdf&rsargs[]=0
Carlos
R
.
Seijas
Cuando
lo
Inteligente
es
Tonto
:
Inteligencia
Emocional
en
la
Empresa
Una
de
las
paradojas
que
más
llaman
la
atención
de
los
científicos
hoy
día
es
el
que
una
persona
con
alta
preparación
académica
parece
carecer
totalmente
de
habilidades
sociales
.
Posee
un
alto
Cociente
Intelectual
(
CI
),
pero
una
baja
Inteligencia
Emocional
(
IE
).
Durante
mucho
tiempo
,
los
científicos
han
indagado
en
los
más
profundos
secretos
del
comportamiento
humano
,
han
buscado
las
íntimas
conexiones
entre
el
cerebro
y
la
mente
,
para
encontrar
respuestas
a
cuestiones
como
¿
Por
qué
el
más
inteligente
en
los
estudios
no
siempre
termina
siendo
el
que
más
éxito
profesional
alcanza
?
¿
Qué
hace
que
ciertas
personas
parezcan
tener
la
clave
del
buen
comportamiento
social
,
mientras
otras
son
un
desastre
en
público
?
¿
Por
qué
unos
siguen
siendo
brillantes
incluso
en
las
condiciones
más
adversas
y
otras
se
hunden
a
la
primera
?
Ni
la
neurología
,
ni
la
biología
,
han
podido
dar
una
explicación
satisfactoria
.
Seguimos
sin
conocer
con
exactitud
qué
cualidades
humanas
determinan
el
éxito
personal
.
Sabemos
que
éste
no
depende
en
exclusiva
de
la
capacidad
técnica
para
resolver
problemas
,
ni
de
un
elevado
cociente
intelectual
.
Richard
Herrnstein
y
Charles
Murray
,
autores
del
libro
The
Bell
Curve
,
han
acordado
que
entre
todos
los
ingredientes
del
éxito
,
el
CI
contribuye
aproximadamente
en
un
20
%
a
los
factores
que
determinan
el
éxito
en
la
vida
,
con
lo
que
el
80
%
queda
para
otras
fuerzas
.
El
lugar
que
uno
ocupa
definitivamente
en
la
sociedad
está
determinado
por
factores
no
relacionados
con
el
CI
,
desde
la
clase
social
hasta
la
suerte
.
¿
Qué
es
entonces
,
lo
que
nos
convierte
en
ganadores
o
vencidos
?
La
respuesta
no
está
en
la
cabeza
,
sino
en
el
corazón
.
Antes
de
introducirnos
al
campo
de
la
inteligencia
emocional
,
indaguemos
acerca
de
sus
orígenes
.
En
los
pnmeros
esfuerzos
por
medir
la
inteligencia
,
los
investigadores
la
consideraron
una
estructura
rígida
e
indivisible
,
innata
y
cuantificable
.
A
partir
de
los
años
60
se
comenzó
a
ver
a
la
inteligencia
como
un
epifenómeno
.
El
visionario
guía
que
se
encuentra
detrás
de
esta
idea
es
Howard
Gardner
,
psicólogo
de
la
facultad
de
ciencias
de
Harvard
,
en
su
libro
Estructuras
de
la
Mente
.
Gardner
afirma
que
ha
llegado
el
momento
de
ampliar
la
noción
que
tenemos
del
espectro
de
talentos
;
la
contribución
más
importante
que
puede
hacer
la
educación
,
es
ayudar
al
individuo
a
acceder
a
un
campo
en
el
que
sus
talentos
se
desarrollen
más
plenamente
,
donde
se
sienta
satisfecho
y
capaz
.
Deberíamos
perder
menos
tiempo
clasificando
a
las
personas
en
categorías
y
dedicar
más
tiempo
a
ayudarlas
a
reconocer
sus
aptitudes
y
dones
naturales
y
a
cultivarlos
.
Carlos
R
.
Seijas
es
Licenciado
en
Psicología
,
Universidad
Francisco
Marroquín
(
1998
).
Laissez-Faire
50
/index.php?action=ajax&rs=GDMgetPage&rsargs[]=laissezfaire11_6.pdf&rsargs[]=1
Es
de
esta
forma
que
Gardner
refuta
el
punto
de
vista
del
CI
;
plantea
que
no
existe
una
única
y
monolítica
clase
de
inteligencia
,
fundamental
para
el
éxito
en
la
vida
,
sino
un
amplio
espectro
de
inteligencias
con
siete
variedades
clave
.
Su
lista
incluye
dos
clases
académicas
típicas
,
la
facilidad
verbal
y
la
lógicomatemática
,
pero
llega
a
incluir
la
capacidad
espacial
que
poseen
,
por
ejemplo
artistas
o
arquitectos
destacados
;
el
genio
cinestésico
exhibido
en
la
plasticidad
y
la
gracia
de
los
atletas
;
y
en
el
talento
musical
de
un
Mozart
o
de
Yo
Yo
Ma
.
Como
remate
de
la
lista
hay
dos
caras
de
lo
que
Gardner
llama
inteligencias
personales
:
destrezas
interpersonales
,
como
la
de
un
gran
terapeuta
del
estilo
de
Cari
Royers
,
o
un
líder
mundial
como
Martin
Luther
King
,
Jr
.,
y
la
capacidad
intrapsíquica
que
podría
surgir
por
un
lado
,
en
las
brillantes
interpretaciones
de
Sigmund
Freud
o
,
con
menos
fanfarrea
,
en
la
satisfacción
interior
que
surge
de
armonizar
la
propia
vida
para
que
esté
de
acuerdo
con
los
auténticos
sentimientos
personales
.
La
palabra
operativa
desde
este
punto
de
vista
de
las
inteligencias
es
"
múltiple
":
El
modelo
de
Gardner
se
abre
paso
más
allá
del
concepto
típico
de
CI
como
un
factor
único
e
inmutable
.
De
estas
inteligencias
nos
interesa
en
especial
la
interpersonal
que
se
divide
en
cuatro
habilidades
distintas
:
el
liderazgo
,
la
capacidad
de
cultivar
las
relaciones
y
mantener
las
amistades
,
la
capacidad
de
resolver
conflictos
y
la
destreza
en
el
tipo
de
análisis
social
.
Estos
fundamentos
científicos
dieron
vida
a
lo
que
Peter
Solvey
,
psicólogo
de
la
Universidad
de
Yale
,
y
John
Mayer
,
de
la
Universidad
de
New
Hampshire
,
bautizaron
con
el
Inteligencia
Emocional
.
nombre
de
Los
sellos
de
la
mente
emocional
Sólo
en
los
últimos
años
ha
surgido
un
modelo
científico
de
la
mente
emocional
que
explica
cómo
gran
parte
de
lo
que
hacemos
puede
ser
dirigido
emocionalmente
—
cómo
podemos
ser
tan
razonables
en
un
momento
y
tan
irracionales
al
siguiente
—
y
el
sentido
en
el
cual
las
emociones
tienen
sus
propias
razones
y
su
propia
lógica
.
Tal
vez
las
dos
mejores
evaluaciones
de
la
mente
emocional
son
las
que
ofrecen
independientemente
Paul
Ekman
,
jefe
del
laboratorio
de
Interacción
Humana
de
la
Universidad
de
California
,
en
San
Francisco
,
y
Seymour
Epstein
,
un
psicólogo
clínico
de
la
Universidad
de
Massachusetts
.
Aunque
Ekman
y
Epstein
han
sopesado
por
separado
diferentes
pruebas
científicas
,
juntos
ofrecen
una
lista
básica
de
las
cualidades
que
distinguen
las
emociones
del
resto
de
la
vida
mental
.
•
Una
respuesta
rápida
pero
descuidada
La
mente
emocional
es
mucho
más
rápida
que
la
mente
racional
,
y
se
pone
en
acción
sin
detenerse
ni
un
instante
a
pensar
en
lo
que
está
haciendo
.
Su
rapidez
descarta
la
reflexión
deliberada
y
analítica
que
es
el
sello
de
la
mente
pensante
.
En
la
evolución
,
esta
rapidez
probablemente
giró
en
torno
a
la
decisión
más
básica
:
a
qué
prestar
atención
y
,
al
enfrentarse
a
otro
animal
,
tomar
decisiones
de
milésimas
de
segundo
,
tales
como
:
¿
Me
lo
como
yo
,
o
él
me
come
a
mí
?
Es
probable
que
aquellos
organismos
que
tenían
que
hacer
una
pausa
demasiado
larga
para
reflexionar
acerca
de
estas
respuestas
no
tuvieran
demasiada
progenie
a
la
que
transmitir
sus
genes
de
acción
lenta
.
Laissez-Faire
5
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Las
acciones
que
surgen
de
la
mente
emocional
acarrean
una
sensación
de
certeza
especialmente
fuerte
,
una
consecuencia
de
una
forma
sencilla
y
simplificada
de
ver
las
cosas
que
pueden
ser
absolutamente
desconcertantes
para
la
mente
racional
.
Cuando
ha
pasado
la
tormenta
,
o
incluso
en
medio
de
la
respuesta
,
nos
sorprendemos
pensando
:
"¿
Para
qué
hice
esto
?",
una
señal
de
que
la
mente
racional
está
despertando
,
aunque
no
con
la
rapidez
de
la
mente
emocional
.
Dado
que
el
intervalo
que
se
produce
entre
lo
que
activa
una
emoción
y
su
erupción
puede
ser
prácticamente
instantáneo
,
el
mecanismo
que
evalúa
la
percepción
debe
ser
capaz
de
una
gran
velocidad
,
incluso
en
tiempo
cerebral
,
que
se
calcula
en
milésimas
de
segundo
.
Esta
evaluación
de
la
necesidad
de
actuar
debe
ser
automática
,
tan
rápida
que
no
entra
en
la
conciencia
.
Esta
variedad
rápida
de
respuesta
emocional
nos
invade
prácticamente
antes
de
que
nos
demos
cuenta
de
lo
que
está
ocurriendo
.
Este
rápido
modo
de
percepción
sacrifica
la
exactitud
en
favor
de
la
velocidad
,
dependiendo
de
las
primeras
impresiones
,
reaccionando
al
cuadro
general
o
a
los
aspectos
más
sorprendentes
.
Asimila
las
cosas
de
inmediato
,
como
un
todo
,
reaccionando
sin
tomarse
el
tiempo
necesario
para
un
análisis
reflexivo
.
Los
elementos
vividos
pueden
determinar
esa
impresión
,
efectuando
una
cuidadosa
evaluación
de
los
detalles
.
La
gran
ventaja
es
que
la
mente
emocional
puede
interpretar
una
realidad
emocional
(
él
está
furioso
conmigo
;
ella
está
mintiendo
;
esto
lo
entristece
)
en
un
instante
,
emitiendo
los
juicios
intuitivos
que
nos
dicen
con
quién
debemos
ser
cautelosos
,
en
quién
podemos
confiar
,
quién
está
afligido
.
La
mente
emocional
es
nuestro
radar
para
percibir
el
peligro
;
si
nosotros
(
o
nuestros
antecesores
en
el
proceso
evolutivo
)
esperáramos
que
la
mente
racional
hiciera
alguno
de
estos
juicios
,
tal
vez
no
sólo
estaríamos
equivocados
sino
que
podríamos
estar
muertos
.
El
inconveniente
es
que
estas
impresiones
y
juicios
intuitivos
,
debido
a
que
se
efectúan
en
un
abrir
y
cerrar
de
ojos
,
pueden
ser
erróneos
o
falsos
.
Paul
Ekman
propone
que
es
:
a
rapidez
,
en
la
que
las
emociones
pueden
sorprendernos
antes
de
que
tengamos
conciencia
de
que
han
comenzado
,
es
esencial
para
que
las
mismas
sean
sumamente
adaptables
:
nos
impulsan
a
responder
a
acontecimientos
urgentes
sin
perder
tiempo
evaluando
si
debemos
reaccionar
,
o
cómo
debemos
responder
.
Utilizando
el
sistema
que
desarrolló
para
detectar
emociones
a
partir
de
cambios
sutiles
en
la
expresión
facial
,
Ekman
puede
rastrear
microemociones
que
quedan
reveladas
en
el
rostro
en
menos
de
medio
segundo
.
Ekman
y
sus
colaboradores
han
descubierto
que
las
expresiones
emocionales
empiezan
a
mostrarse
en
los
cambios
de
la
musculatura
facial
en
pocas
milésimas
de
segundo
después
de
producido
el
acontecimiento
que
dispara
esa
.
reacción
,
y
que
los
cambios
psicológicos
típicos
de
una
emoción
determinada
—
como
el
cambiante
flujo
sanguíneo
y
el
.
creciente
ritmo
cardíaco
—
también
tardan
sólo
fracciones
de
segundo
en
comenzar
.
Esta
rapidez
es
especialmente
verdadera
en
la
emoción
intensa
,
como
el
temor
o
una
súbita
amenaza
.
Ekman
afirma
que
,
técnicamente
hablando
,
el
calor
de
la
emoción
es
muy
breve
,
y
dura
sólo
unos
segundos
,
no
minutos
,
horas
ni
días
.
Según
su
razonamiento
,
el
hecho
de
que
una
emoción
capturara
el
cerebro
y
el
cuerpo
durante
mucho
tiempo
,
al
margen
de
las
cambiantes
circunstancias
,
indicaría
su
poca
adaptabilidad
.
Si
las
emociones
causadas
por
un
único
acontecimiento
continuaran
do-
Laissez-Faire
52
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minándonos
invariablemente
después
de
que
han
pasado
,
y
al
margen
de
todo
lo
que
ha
ocurrido
a
nuestro
alrededor
,
entonces
nuestros
sentimientos
serían
pobres
guías
para
la
acción
.
Para
que
las
emociones
duren
más
,
lo
que
las
pone
en
acción
debe
ser
sustentado
,
evocando
constantemente
la
emoción
,
como
ocurre
cuando
la
pérdida
de
un
ser
querido
nos
lleva
a
lamentarnos
.
Cuando
los
sentimientos
persisten
durante
horas
,
suelen
hacerlo
como
estados
de
ánimo
,
una
forma
apagada
.
Los
estados
de
ánimo
ponen
un
tono
afectivo
,
pero
no
son
modeladores
tan
fuertes
de
cómo
percibimos
y
actuamos
,
como
lo
es
el
punto
más
alto
de
la
emoción
absoluta
.
Primero
sentimos
,
luego
pensamos
.
Dado
que
a
la
mente
racional
le
lleva
más
tiempo
que
a
la
mente
emocional
registrar
y
responder
,
el
"
primer
impulso
"
en
una
situación
emocional
es
el
del
corazón
,
no
el
de
la
cabeza
.
También
existe
una
segunda
clase
de
reacción
emocional
,
más
lenta
que
la
respuesta
rápida
,
que
fermenta
primero
en
nuestros
pensamientos
antes
de
conducir
al
sentimiento
.
Esta
segunda
vía
para
activar
las
emociones
es
más
deliberada
,
y
somos
típicamente
conscientes
de
los
pensamientos
que
conducen
a
ella
.
En
este
tipo
de
reacción
emocional
existe
una
evaluación
más
extendida
;
nuestros
pensamientos
—
cognición
—
juegan
el
papel
clave
en
la
determinación
de
qué
emociones
serán
provocadas
.
Una
vez
que
hacemos
una
evaluación
—
"
ese
taxista
me
está
engañando
,"
o
"
este
bebé
es
adorable
"—
se
produce
una
respuesta
emocional
adecuada
.
En
esta
secuencia
más
lenta
,
el
pensamiento
más
plenamente
articulado
precede
al
sentimiento
.
Emociones
más
complejas
,
como
la
vergüenza
o
la
aprensión
ante
un
examen
inminente
,
siguen
esta
ruta
más
lenta
,
y
tardan
segundos
o
minutos
en
desarrollarse
;
son
emociones
que
siguen
a
los
pensamientos
.
En
contraste
,
en
la
secuencia
de
respuesta
rápida
,
el
sentimiento
parece
preceder
o
existir
simultáneamente
con
el
pensamiento
.
Esta
reacción
emocional
similar
al
fuego
graneado
,
se
produce
en
situaciones
que
tienen
la
urgencia
de
la
supervivencia
primaria
.
El
poder
de
estas
decisiones
rápidas
consiste
en
que
nos
movilizan
en
un
instante
para
reaccionar
ante
una
emergencia
.
Nuestros
sentimientos
más
intensos
son
reacciones
involuntarias
;
no
podemos
decidir
cuándo
aparecerán
.
"
El
amor
",
escribió
Stendhal
,
"
es
como
una
fiebre
que
va
y
viene
independientemente
de
la
voluntad
."
No
sólo
el
amor
nos
invade
,
sino
también
nuestras
iras
y
temores
,
que
al
parecer
,
más
que
ser
una
elección
nuestra
,
nos
ocurren
.
Por
esa
razón
pueden
ofrecer
un
pretexto
:
"
Es
el
hecho
de
que
no
podemos
elegir
las
emociones
,"
señala
Ekman
,
lo
que
permite
a
la
gente
explicar
sus
acciones
diciendo
que
estaban
dominados
por
la
emoción
.
Así
como
hay
vías
rápidas
y
lentas
hacia
la
emoción
—
una
mediante
la
percepción
inmediata
y
la
otra
a
través
del
pensamiento
reflexivo
—
también
existen
emociones
que
son
buscadas
.
Un
ejemplo
es
el
sentimiento
manipulado
intencionalmente
,
el
recurso
de
un
actor
,
como
las
lágrimas
que
surgen
cuando
los
recuerdos
tristes
son
evocados
intencionadamente
para
que
surtan
efecto
.
Pero
los
actores
están
sencillamente
más
capacitados
que
todos
nosotros
para
el
uso
intencionado
de
la
segunda
senda
hacia
la
emoción
,
el
sentimiento
a
través
del
pensamiento
.
Mientras
no
podemos
cambiar
fácilmente
qué
emociones
específicas
pondrá
en
acción
cierta
clase
de
pensamiento
,
la
mayor
parte
de
las
veces
podemos
elegir
,
y
elegimos
,
en
qué
pensar
.
Así
como
una
fantasía
sexual
puede
conducir
a
sensaciones
sexuales
,
los
recuerdos
felices
pueden
animarnos
,
o
los
pensamientos
melancólicos
volvernos
reflexivos
.
Pero
Laissez-Faire
53
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